El acero inoxidable ha sido fundamental durante mucho tiempo para varias aplicaciones en las que se requería robustez, durabilidad y resistencia a la corrosión. Por ello se suele elegir para equipos de procesos utilizados en ambientes exigentes como plantas químicas y petroquímicas, refinerías y centrales eléctricas. Por desgracia, desde el punto de vista de la metalurgia, las mismas características que lo hacen perfecto para las industrias pesadas también hacen que sea un reto trabajar con él.
1. El acero inoxidable se sobrecalienta
En comparación con el acero y otros materiales con una base de hierro, el acero inoxidable tiene una conductividad térmica mucho más baja. Esto significa que se calienta localmente cuando se trabaja con él, lo que dificulta muchas tareas de remoción de material, como la remoción de las costuras de soldadura.
2. El progreso es lento
Las piezas con las que se trabaja a menudo son muy finas y las tareas de eliminación de material pueden suponer un alto riesgo de daños en el producto. Para evitarlo, el trabajo se debe realizar con mucho cuidado, lo que requiere mucho tiempo. Algunas tareas, como el amolado, pueden ralentizar todo el flujo de producción.
3. Lograr un acabado de calidad es difícil
Dado que el acero inoxidable puede ser un material exigente a la hora de trabajar con él, conseguir un acabado de buena calidad para pintar suele ser un reto, especialmente en un entorno de trabajo en el que se trabaja simultáneamente con otros materiales.
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